Dr. William Darós: “Si no tenemos una familia que dé ganas de vivir, que postule valores, es muy difícil construir una sociedad que viva en paz”

Dr. William DarósDías atrás, el Dr. William Darós, docente en la Universidad Adventista del Plata (UAP), fue reconocido por el gobierno de la provincia de Santa Fe con el premio «Camino de la Educación Santafesina». El Dr. Darós se ha desempeñado ininterrumpidamente como docente en la Facultad de Humanidades, Educación y Ciencias Sociales de la UAP desde el año 1991, año en que esta casa de estudios pasó a ser universidad.
El reconocido docente es profesor en Letras (Universidad Nacional de Córdoba) y doctor en Filosofía (Universidad Nacional de Rosario). Se graduó también en Italia, donde ha realizado y presentado trabajos de investigación filosófica (Stresa).
Actualmente, es docente de Filosofía e investigador independiente del CONICET en el ámbito de la filosofía de la educación.
Ante este reconocimiento, La Agenda, dialogó con el reconocido docente, escritor e investigador acerca de este premio, el rol docente, la educación y el valor del esfuerzo.
-Una distinción como esta no solo lo reconforta en lo profesional y personal, sino que suma un grado de responsabilidad a la que ya se tiene…
Indudablemente, tiene esos dos aspectos. Por un lado, me parece muy interesante que en nuestra sociedad, con orientación castigadora, en donde se ven delitos y la necesidad de disciplinar, haya estos momentos en donde se reconoce algo positivo. Es algo digno para nuestras autoridades, el tener en cuenta y estimular una forma positiva de orientar a la sociedad, clarificando el hacia dónde se quiere ir, y esto, se ve de forma loable. Por otro lado y, con razón, al decir que esto es una carga, es un mérito, pero también un peso y, cuando te presentan en un lugar y te dan esos antecedentes, uno se empequeñece y se pregunta qué puede decir. Esto acumula responsabilidad, pero hay que tomarlo con sentido común; tampoco es una cosa extraordinaria: cuando fui a Santa Fe y me encontré con la ministro de Educación y el Sr. Gobernador, lo que quise acentuar es que, de algún modo, recibía el premio como algo compartido, pues hay tanta gente que tan humildemente, ignoradamente está haciendo lo que hice yo y mucho más. En ese sentido es un mérito compartido para muchísimos docentes.
-Esta es una época de muchos debates sobre la educación, el rol docente… ¿Qué ha cambiado, para bien o para mal, en esta ecuación?
Es una pregunta compleja. Como todo lo social, no es tan fácil detectar una causa. Es pluricausal y tiene un proceso, una trayectoria histórica. Tenemos que repensar la idea de educación, que es de alguna manera un ideal. Desde la familia hasta los grupos mayoritarios y de poder, debemos tener ciertas ideas, pues ellas iluminan el rumbo hacia donde queremos ir, aunque no siempre se logra. En este conceptualizar la educación existen varios factores. Uno importante es: ¿qué idea de ser humano y sociedad tenemos? Son cuestiones que tenemos sobre nuestras espaldas, pero sobre las cuales no filosofamos y no las hacemos conscientes. Vamos obrando de una forma muy inmediata y contingente. Pero esas ideas son muy importantes. ¿Qué queremos hacer? Un alumno que llega a la universidad viene con ideales, utopías, aspiraciones. El hombre es ese conjunto, es el motor de la voluntad y del esfuerzo. Si no tenemos una familia, grupos o comunidades que den ganas de vivir, que postulen valores, es muy difícil construir una sociedad que viva en paz, tranquila, en donde nos admitamos a pesar de nuestras diferencias.
-Desde el año 1991 Ud. ha acompañado el desarrollo de la UAP. ¿Cómo ve esta casa a pocos días de un nuevo aniversario?
Al inicio, como toda universidad pequeña, todo era más familiar, más llevadero, de una fácil convivencia. Luego, vino la necesidad de ir estructurando y pautando las cosas, pero se ha progresado notablemente. Trabajo en diferentes universidades y es admirable la organización que aquí se tiene, el buen trato; no se regala nada, se exige; hay esfuerzo y una clara orientación del rumbo a donde se quiere llegar. Son valores casi de excepción, respecto a otras instituciones.
-En estos cambios y recapitulaciones que se hacen en torno a la educación, se plantea el tema del nivel educativo. En este caso, ¿qué relación existe entre la exigencia y la calidad en la enseñanza?
Hay distintas teorías educativas, por lo tanto, diferentes ideas de lo que debería ser la sociedad y su futuro. Yo tengo indudablemente mis errores, mis ideas. El hombre es un conjunto en donde está presente la dimensión con el otro (social), la capacidad de entendimiento, de querer, de convivir y del esfuerzo. En general, la escuela, en occidente, se fue encauzando, sobre todo, en la modernidad, en preparar ciudadanos capaces, o sea, profesionales en donde lo intelectual y luego lo técnico fuera predominante. Esos ideales de la revolución francesa: “Libertad, igualdad y fraternidad” han quedado bastante incumplidos. La fraternidad quedó reducida al espacio privado; la libertad sique engolosinando a todos los seres humanos; la igualdad es una lucha bastante difícil. Pero hemos olvidado cosas importantes, como el esfuerzo. Los antiguos decían “Homines sunt voluntates”; los hombres, en última instancia, son los que hacen, los que construyen, y eso requiere esfuerzo. Incluso puede haber fracasos, pero hay que tener voluntad para esforzarse. Las ganas de saber, de estudiar… no todo es igual. Si no tuviéramos esas diferencias sería una mediocridad aplastante que alcanzaría a los mismos mediocres.
-¿En qué se destaca un docente para ser premiado?
Puede haber distintos niveles de valoración. Nosotros apreciamos, le damos un precio a las cosas, con distintos criterios: sociales, políticos, tradicionales o novedosos, de modo que la apreciación no es objetiva, sino en relación con su contexto social-político-histórico. En la provincia de Santa Fe existe una orientación social en su gobierno, lo que acentúa esos aspectos sin desmerecer los otros. Desde mi punto de vista, un maestro tiene que ser un buen profesional y, básicamente, maestro significa que algo más sabe. Es decir, requiere de cierta capacitación, cierta habilidad no solo en compartir conocimiento, sino en transmitir una educación integral: física, nutricional, de la voluntad, religiosa, social, en la medida en que la escuela o la docencia puede hacerlo. Ser un buen docente significa trabajar en ese tipo de educación, teniendo en cuenta la limitación que tiene el maestro: no esperar todo de la escuela; pero la docencia no puede prescindir de la sociedad. Esta necesita de la escuela para dar forma a la educación, por eso denominamos “educación formal”. Pero hay otro margen en la educación, la familia y la sociedad en general, notablemente importantes en esta idea de lo integral. En mi ámbito, me dediqué a enseñar lo mejor que podía, tratando de actualizar mis conocimientos escribiendo, pasé buena parte (de mi vida) y me jubilé en el CONICET así que, en general, enseño lo que escribo y estudio. Además, trato de vivir serena y honestamente la tarea que me toca.