Víctor Torres: «El EIDIM es una oportunidad»

EIDIM_VíctoTorres_webEn la cuarta edición del Encuentro Internacional de Interpretación Musical (EIDIM) en la Universidad Adventista del Plata, que se llevó adelante entre el 18 y el 25 de agosto, muchos participantes pudieron disfrutar de experiencias compartidas por los maestros Iván Cítera, Víctor Torres y Eduardo Isaac. Esta edición del EIDIM tuvo una extensión mayor a las anteriores, cuestión que benefició a los participantes y a los maestros que tienen a su cargo las clases.
«Uno pretende que las personas que toman este curso abran un paréntesis en su rutina y trabajen algo diferente. El oído y la intuición me permiten trabajar en las necesidades del alumno en cuestiones técnicas e interpretativas, entre otras. La idea es hacer siempre algo nuevo y ver cómo funciona. Hacer las cosas más simples no es sencillo, sino más complejo. Que sea más complejo, a la larga, seguro será más simple. Lo importante en todo este pensamiento es la música y la humanidad que hay en ella».
De esta manera comenzó la entrevista que La Agenda tuvo la posibilidad de realizar en el programa Ventana al día con el maestro Víctor Torres.
-¿Por qué es importante la música?
«Me importa porque soy músico. Pero en líneas generales, es muy raro que una persona no escuche música de ninguna especie, ni tararee o silbe una melodía en su casa o cuando lava los platos; o que pertenezca a un coro o una comunidad que canta, como la gente de la Iglesia Adventista. Muchas comunidades son cantoras: familias eslovenas que conozco, cantan por las noches alrededor de la mesa. Es emocionante. Esa gente me encanta. En mi casa se hizo música toda la vida y es parte fundamental del desarrollo espiritual y psicofísico de la persona».
-A menudo nos vemos impelidos a realizar demostraciones científicas de algo que nuestros abuelos, sin tantas vueltas, ya sabían. Es un raro fenómeno, ¿no?
«Ellos lo sabían y nadie había analizado los componentes. Ahora somos un poco más fraccionarios, especializados: expertos en dedos índices, en dedo anular y otros (risas resultantes al caso). En el ámbito del canto, que es a lo que me dedico, rescato esa imagen del vendedor callejero de verduras en el sur de Italia, que empujaba con la panza el carro y cantaba un do sobreagudo. Eso quedó en el pasado. La música como práctica es muy enriquecedora; desarrolla el cuerpo y la mente de otra manera. Es un pensamiento matemático y a la vez sensorial; es realmente físico, como lo es el ritmo; el uso del oído para percibir los colores y la frecuencia del sonido; etc. Cuando cantamos una canción muy querida y conocida, lo hacemos sin pensar demasiado y tiene el color que necesita. Pero si queremos abarcar un repertorio más amplio y más universal, se buscarán diferentes colores, ya que cantar en alemán no es lo mismo que cantar en inglés o francés. Un alemán piensa como su gramática y su poesía. Admiro muchísimo a los chinos que hacen música clásica universal de tradición europea, pues lo hacen a la perfección. Ahora, vaya a pedirle a un europeo que haga la Ópera de Pekín, que haga su música clásica; no creo que le sea fácil».
-¿Cómo es un día para Víctor Torres en el EIDIM?
«Me levanto temprano, cosa que no sucede cuando estoy en mi casa. Los artistas nos levantamos más tarde, pues trabajamos de noche. Luego, llego hasta la universidad y me instalo en el Pabellón de Música en donde me encuentro con el grupo entero de alumnos, tanto activos como oyentes. Hacemos un trabajo grupal durante una hora y media, para luego dedicarme a las clases particulares públicas. En ellas, ya que conozco los alumnos, pues provienen de los encuentros anteriores, me dediqué a lo que creo es más importante para ellos, según su necesidad. Un alumno trabaja aunque no esté estudiando y me nutro también de esta experiencia. Con alguna persona trabajaré el aspecto técnico (vocalización y respiración); en otros, voy directamente a la música, pero para retornar algún ejercicio técnico. Hay que aclararle al sistema nervioso que está equivocado y es muy difícil desaprender lo mal aprendido. Nuestro trabajo es encontrar la necesidad y brindar la opción».
-¿Cómo es la dinámica en este proceso de aprender música?
Se empieza con la música, se sigue con ella y se termina con más música. El camino siempre estará guiado por la música. Dentro de esta sensibilidad hay un nivel de abstracción analítica. La música es un lenguaje abstracto codificado que hay que decodificar. Este lenguaje ordenado impacta en mí, y me ha pasado, e intento traspasar esta experiencia al que oye mi interpretación. En el caso del alumno, apelaré a que haga lo mismo, claro, desde su propia experiencia. No hay otra manera de enseñar. En este traspaso hay una comunión que genera alegría en el compartir, en la unidad; es vibrar en la misma frecuencia. Y en este proceso de dar, uno es parte del mecanismo y es también testigo de este misterio. La música nos eleva en esta conexión».
En pocas palabras, ¿qué es el EIDIM para usted?
«Una oportunidad».