Jesús…la llave de la libertad

Fernando_webEl Ministerio Estudiantil Carcelario Adventista de Paraná (MECAP) es un grupo organizado de estudiantes de la Universidad Adventista del Plata (UAP), que brinda un servicio de evangelización en las cárceles femenina y masculina en Paraná, capital de la provincia de Entre Ríos. En su página web, se autodefinen como «11 alumnos de la UAP, de distintas carreras, con una misma meta: que las personas privadas de su libertad, también puedan conocer a Dios». Y respecto del método que adoptan para predicar en los sistemas carcelarios, declaran: «Partimos cada sábado en la mañana desde la universidad hacia las prisiones. Allí buscamos a los interesados en participar. Seguidamente realizamos un culto, entonamos himnos, hacemos un breve seminario de salud, y desarrollamos un mensaje espiritual. Cada sábado disfrutamos de una visita especial que tiene a cargo el tema central. Para finalizar, tenemos una dinámica de oración que permite que todos se integren en comunión con Dios. Este año estamos trabajando en conjunto con el grupo misionero de la Facultad de Teología: la Misión Estudiantil del Plata (MEP), quienes se encargan de tomar los estudios bíblicos».
Fernando es uno de los reclusos que recibe las visitas de la MEP y del MECAP. Estuvo dispuesto a compartir su experiencia y comentó lo importante que es para él y sus compañeros, tener la compañía de Dios estando en la cárcel.
«Me llamo Fernando y formo parte del Pabellón Nº 11 de la Unidad Penal Nº 1, en Paraná. Este es el segundo año que comparto los sábados con los chicos de Libertador San Martin (ciudad en donde está la UAP). Estoy haciendo los estudios bíblicos y en estos momentos me encuentro estudiando el libro de Apocalipsis. Con mis compañeros nos sentimos contentos cuando nos visitan. Es agradable compartir un tiempo con los grupos de la MEP y el MECAP. Nos gusta que nos hablen de la Biblia. La vemos como un instrumento diferente. No es un libro más, sino que es parte de nuestra vida. Cuando vienen estos chicos con la intención de ayudarnos, pasan a ser un desahogo. Nos escuchan. Nos traen palabras de aliento. Nos ayudan a entender que estas paredes y estas rejas no nos detienen. Tenemos la libertad espiritual, que es mucho más importante».
Esta libertad de la que habla Fernando lo ayuda a enfrentar los días con una mirada diferente. Junto con sus compañeros, “los muchachos”, como él los llama, dicen sentirse libres, a pesar de estar encerrados. Jesús forma parte de sus vidas a diario.
«Todos los días nos levantamos, nos saludamos, nos deseamos un buena jornada con los muchachos. Le damos gracias a Dios por darnos otro día de vida. Cuando salimos afuera y vemos las paredes y las rejas, ya no nos sentimos desanimados. Han pasado a ser algo común. Son impedimentos materiales. Si estas barreras están, o no están, ya no nos importa. Nosotros, espiritualmente, estamos caminando por otro lugar. No sé qué lugar es ese, es difícil explicarlo con palabras. Pero nos sentimos libres. Quizás hasta nos consideramos con mayor libertad que aquellos que están afuera. Vemos a la gente presa de otras cosas de las que es difícil soltarse: enfermedades, dificultades familiares, angustias, pesares. Estos problemas muchas veces te dejan mucho más preso que unas rejas. Haber conocido a Jesús, nos permitió entender que Él es la llave de la libertad».
Las visitas de la MEP y el MECAP han significado un cambio rotundo en la vida de Fernando y en la de sus compañeros. Al conocer a Jesús, conocieron que había una esperanza. Comprendieron que no todo está perdido, e invitan a las personas a que los sigan visitando para hablar más del mensaje de amor que profesa la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
«Aquellos que no conocen a los muchachos, a mis compañeros, acérquense. Vengan. Sus visitas significan un cambio enorme en nuestras vidas. El mensaje de amor que traen es algo hermoso. Yo no lo conocía, y me lo enseñaron los chicos de Libertador San Martín. Nunca había tenido una Biblia en mis manos, y me di cuenta de lo importante que es para nosotros. Recuerdo que cuando empecé a leerla, pasó algo que nunca pensé que podía pasar: la leí y la entendí. Para mí era difícil comprender lo que Jesús hablaba con parábolas, pero ahora lo leo y lo entiendo. Posiblemente Jesucristo me esté ayudando a entenderlo».
«Conocer a Jesús es como llevar una bolsa muy pesada, estar cansado, y sentir que te quitan esa carga. Hoy en día estamos descansados, estamos en paz. Tenemos esperanza de vida eterna. Esperamos ansiosos que Jesucristo vuelva, porque sabemos que cuando venga, vamos a estar a su lado».