Pr. Juan Carlos Picasso: “Dios nos creó para ser felices”

Pr. Juan Carlos PicassoLa Universidad Adventista del Plata está viviendo las instancias de la primera semana de énfasis espiritual 2015 “¡¿Creo en Dios?!”. El Pr. Juan Carlos Picasso, director del Centro de Vida Sana, en Libertador San Martín, está liderando este espacio que enfatiza la salud como un todo y como una responsabilidad. “¡¿Creo en Dios?!” es un espacio que está en consonancia con el énfasis mundial que la Iglesia Adventista del Séptimo Día propone en el tema de la salud y el cuidado de cada aspecto que esta encierra. Por tal motivo, en concordancia con el mencionado plan, se ha organizado la denominada “Semana Saludable”, que se está desarrollando desde el 13 de abril. En esta propuesta, que finalizará el día 17, un equipo conformado por profesores de educación física y por profesionales de la salud está llevando adelante una serie de actividades físicas.
La Agenda, tuvo la oportunidad de dialogar con el Pr. Picasso acerca de este particular momento que propone la Universidad.
-¿Qué idea se propone al momento de hablar sobre salud y religión?
La meta es transmitir la forma en que Dios nos propone ser felices. El único motivo por lo cual creó al ser humano es para ser feliz. Por lo tanto, no hay una división en lo que respecta al cuidado de la salud y la religión, entendiendo a esta última como mi relación con Dios.
-En el mundo en el que vivimos, el tema de la salud está desligado de Dios. En tal caso, se trata como la posibilidad de estar mejor, de renovar la imagen o adherirse a una moda. ¿Qué le sugiere esto?
El ser humano no ha renunciado a ser feliz. Es decir que, desde una mirada humanista, consumista y materialista, el hombre es el que da respuesta a sus necesidades. Por supuesto, hay mucha gente saludable por esta propuesta. Pero esta salud no está en el contexto de lo trascendente, que ve a Dios como creador y sostenedor de la vida. Es decir, el hombre sigue intentando ser feliz, a su manera. En este caso, entendemos que Dios tiene un “para qué” diferente al del ser humano. La felicidad para Dios no es un fin en sí mismo; sí un medio para glorificar su nombre. En este momento posmoderno el hombre se glorifica a sí mismo.
-Durante esta semana, en más de una ocasión hizo referencia al “Plan A”, de Dios; y al “Plan B”, del hombre.
Durante estas noches trataremos el tema de la decisión o la reacción. La mayoría de los seres humanos actúa en forma reactiva. Cuando algo genera una alarma, en términos de salud y de bienestar, entonces me ocupo de cuidarla. ¿Cuándo se genera esta alarma? Tomando como ejemplo un vehículo, cuando algo se rompe, me ocupo. No hago prevención ni los services de manera adecuada. Con el cuerpo no es lo mismo que con un auto, claro está.
-Ud. enfatizó una sentencia: “No permitan que otros sean conciencia suya”.
Esto tiene que ver con la imagen de Dios en el hombre. Esto implica que el hombre tiene la capacidad de pensar y hacer. Nadie puede, en primer lugar, ser conciencia de otro ya que estaría juzgando con criterio, con historia y con percepciones propias, situaciones que vienen de la historia y percepción del otro. El único que puede juzgar es Dios. Nadie puede juzgarme por lo que hago o dejo de hacer, en tal caso puedo decir: me gusta o no me gusta tu conducta. El otro punto a considerar es, si yo vivo de la opinión de los otros, ¿qué pasa con mi imagen, mi capacidad de pensar y hacer? Si yo reproduzco el pensamiento del otro, ¿cómo legitimo lo que hago? ¿Cuál es el nivel de compromiso con lo que hago, si lo que hago representa el pensamiento de otro? Y, si lo que hago sale mal, ¿de quién es la culpa? Del otro. ¿Cuál es el sentido de responsabilidad? Ninguno.
-Se han podido conjugar dos programas: por un lado, la semana de énfasis espiritual; por el otro, la semana saludable. ¿Cuál es su consideración al respecto?
Me parece representativo de nuestra filosofía. “No se puede ser cristiano e intemperante a la vez”, afirma Elena de White. Es una profunda contradicción que, en realidad, duele al tener que despejar todo aquello que me impide ver esta contradicción. Cuando uno corre el velo dice: ¿Dónde estoy? ¿Qué es esto? Yo no milito el vegetarianismo; no milito el fitness; no milito el ritmo circadiano, para acostarme a las diez de la noche y levantarme a las cinco de la mañana, que es el ciclo natural. Yo milito el cristianismo. Yo sigo a Cristo, no al veganismo, no al vegetarianismo, no a la dinámica de modas. Yo sigo a Cristo y esto significa elegir las mejores alternativas para el cuidado de mi cuerpo, porque es el medio por el cual Dios se comunica: mi sistema nervioso central.
-Esta incoherencia humana genera que disgreguemos todo y luego no podamos armar el modelo en su totalidad. Como resultado, priorizamos mal.
A veces nos somos conscientes, interpretamos mal la información. En realidad adherimos a cierta tendencia, que no procesamos, y que sí lo hicieron otros con ciertos sesgos. La relación con Dios es una experiencia personal que no puede tercerizarse. La interpretación de sus mensajes es de índole personal. Repito: si me nutro de la interpretación de otro, estoy renunciado a la imagen de Dios en mí, que es mi capacidad de pensar y hacer.
-Claro está que, sin salud es imposible tener la mente clara para entender lo que Dios me está diciendo.
El cristianismo es el movimiento que más promueve el cambio transformacional. Ninguna ciencia ha promovido tanto esto: ni las ciencias médicas, que están preparadas para intervenir en crisis; ni las ciencias de la conducta, que trabajan para corregir las desviaciones de estas y obviamente plantean un cambio; ni las ciencias sociológicas, que son de análisis de los comportamientos humanos (socialmente hablando). Pero el planteo de un cambio transformacional que se produce (desde la visión del cristianismo en la mente) es a través de cambios de valores y creencias. En el mensaje de Dios a su pueblo, él promete un corazón nuevo y un espíritu renovado. Esto es transformación y no una mera modificación de tipología. Dios no modifica tu tipología, trasforma tu manera de pensar para que tu tipología sea representada en tus actos.
-Un mensaje para aquellos que participan o que lo harán en esta semana de énfasis espiritual “¡¿Creo en Dios?!”.
Si crees en Dios, intimá más y él te va a decir lo que tenés que hacer. No escuches otra voz que no sea la de Dios. Y, cuando escuches otra voz, pensá si esto coincide con lo que conocés de Dios. Y si tenés dudas, hacé un paréntesis y no decidas. Por otro lado, no te tortures por lo que no hiciste. Pedí perdón por esto y, ahora que tenés conciencia, hacé lo que ella te diga en tu tiempo, en tu espacio emocional, en tu madurez. No más ni menos que lo tuyo. No te compares con ninguno, ni te sientas mal porque otro está mejor que vos. No te sientas mejor porque otro está peor que vos. Dios trabaja en forma individual. Si todavía no tomás conciencia de tener que abandonar algún hábito (y no voy a mencionar ninguno porque sería contradictorio de mi parte), viví bajo la luz de tu conciencia. Dios tiene hermosos mensajes para mejorar tu vida, y tu vida es un todo, no una parte.