«Ser misionero impactó en mi manera de ver el mundo»

Melinda junto a sus alumnosLa Universidad Adventista del Plata (UAP) es una institución reconocida internacionalmente por su excelencia académica y por el espíritu de misión que se vive en cada espacio del campus. A través de sus ciento dieciocho años de historia, ha motivado a miles de jóvenes a servir en todo el mundo.
Para tener éxito en esta tarea, es indispensable que el joven esté preparado para ser útil en otras culturas, tenga espíritu de dedicación y un profundo sentido de misión. Para la UAP, motivar y preparar misioneros que salgan al mundo a predicar el evangelio según el mandato de Jesús es un objetivo de alta prioridad: este es el fundamento de la Escuela de Misión, espacio en donde los alumnos se capacitan para realizar la tarea en el lugar al que sean destinados.
Desde el año 2014, la UAP eligió un país de la zona geográfica conocida como «Ventana 10/40», para compartir el mensaje evangélico.
Conociendo esta realidad y con el ferviente deseo de llevar el mensaje de Dios a todo el mundo, como lo encomienda la Biblia, Melinda Pinto, profesora de Música, graduada en el Instituto Superior Adventista del Plata y, Fabricio Bidaurre, estudiante de la UAP, dedicaron un año de sus vidas para cumplir esta misión.
Alumna de piano que Melinda menciona en su testimonio, junto a su profesoraLa Agenda tuvo la oportunidad de conversar con Melinda, quien compartió sus experiencias resultantes de llevar la palabra de Dios a un lugar distante, a quince mil kilómetros de su país: «Estuve trabajando como voluntaria, ayudando como profesora de música en una escuela adventista. También pude dar clases de piano. La idea de ser misionera viene conmigo desde chiquita. Mis padres han sido misioneros, y esta oportunidad era un sueño para mí. Quería llegar a vivir esa experiencia, como ellos lo hicieron. La preparación para llegar a ser una misionera la obtuve de la UAP, participando en grupos misioneros y, principalmente, en la Escuela de Misión, formación que me dio la seguridad para decidirme. Conocí a muchos profesores y chicos que habían tenido este tipo de experiencias y eso me ayudó mucho».
Con respecto al impacto que provocó servir en la «Ventana 10/40», Melinda expresó: «Una de las experiencias que me impactó fue con una de mis alumnas de piano. Ella no era cristiana y cuando queríamos hablar de Dios y el cristianismo, ponía una barrera y me decía: “No. Hasta acá llegamos”. Pero poco a poco, mientras transcurrían las clases, pudimos llegar a conversar de diversos temas, entre ellos, espirituales. Nunca me hubiera imaginado que, finalizando nuestro periodo de servicio allí, ella terminaría estudiando la Biblia y asistiendo a la iglesia en aquel lugar».
Fabricio junto a uno de sus alumnosLuego de recordar esta experiencia, Melinda pensó unos momentos y compartió un mensaje final con La Agenda: “Me di cuenta de que el amor a las personas supera todas las barreras, incluso las del idioma y la cultura y que, si realmente uno quiere dar, nunca va a tener las manos vacías. El estar como misionera me dio muchas más ganas de volver a mi país y servir. Y a los chicos que quieren ser misioneros: ¡Adelante! ¡Anímense! Si se ponen en las manos de Dios, él los va a guiar. Tal vez no sea fácil, pero tienen que estar seguros de que si Dios así lo quiere van a estar sirviéndolo en cualquier parte del mundo».
Por su parte, Fabricio Bidaurre, estudiante de la Licenciatura en Administración en la UAP, compartió su experiencia: «Siempre estuve interesado en hacer misión; ese fue mi principal impulso. Me involucré en el servicio a Dios siempre que pude y, después de un año complicado en el estudio, apareció esta oportunidad de ir a la «Ventana 10/40». Inmediatamente, decidí responder este llamado de Dios. Después de estar un año allá y vivir experiencias que marcan una vida, el balance es muy bueno, mucho más del que esperaba. Cada experiencia dejó una enseñanza en mi vida, me permitió ver la realidad en la que vivimos y comprender la libertad que tenemos y no aprovechamos. Todo esto impactó en mi personalidad, en la manera de ver el mundo. Ahora, no puedo pasar por alto la necesidad de trabajar al servicio de Dios: estoy cada vez más involucrado».
Luego de estas palabras, preguntamos a Fabricio si recomendaría esta experiencia a sus compañeros: «La mies es mucha y pocos son los obreros, dice la Palabra de Dios. Mi deseo más grande es que la mayor cantidad de estudiantes puedan servir en esta obra, que cada uno viva su experiencia y pueda contagiar a otros».