«Evidencia del llamado de Dios es que las puertas se abren»

Pastor Francisco das Chagas de Aquino SouzaEs difícil viajar por la Argentina y por otros países para visitar instituciones o participar en eventos denominacionales, sin encontrar exalumnos de la Universidad Adventista del Plata (UAP). Me ha pasado muchas veces, siendo un motivo de alegría comprobar las bondades de la educación cristiana en la persona de sus graduados y de sus familias. El primer fin de semana de marzo visité la ciudad de Goiânia, capital del estado de Goiás, Brasil, invitado a hablar en un concilio de líderes de iglesia. Me recibió allí el pastor Francisco das Chagas de Aquino Souza, graduado de la Facultad de Teología de la UAP. Me permito compartir ahora con los lectores de La Agenda una entrevista que le hice a Francisco, a quien considero un excelente embajador de la UAP.
Cuéntame algo de tu vida y de tu familia antes de que fueras a estudiar en la UAP.
Yo conocí la Iglesia Adventista por medio de mi hermano mayor. Como mi familia era muy pobre, decidí entrar en la Marina Brasileña con 17 años y me quedé en la vida militar diez años, ya casado con Carol. Durante esos largos años sentía el llamado para ser un ministro del evangelio, pero tenía miedo de abandonar la vida segura que llevaba por algo que juzgaba incierto. En el año 2005 sufrí un accidente que casi me quitó la vida y ese fue un factor decisivo. Seguro de lo que había elegido, y animado por un alumno brasileño que estudiaba en la UAP, en 2007, sin conocer el país, la lengua, la cultura, las costumbres, y motivado por mi esposa, fui a estudiar a la Argentina.
¿Por qué tomaste la decisión de estudiar en la UAP?
Varios factores me motivaron a estudiar en la UAP: todas las informaciones recibidas a través de este alumno, el deseo de conocer una cultura diferente y aprender otra lengua, el nivel académico ofrecido, el ambiente, el clima, el desafío de lo desconocido, etc.
¿Cómo evaluarías tu experiencia como estudiante de Teología en esa institución?
Mirando hacia atrás, veo claramente la mano de Dios guiando cada fase de mi vida. Me acuerdo de una charla con un profesor que siempre decía que la evidencia del llamado de Dios es que las puertas se abren y el avance normal de los estudios y de la vida también, lo que no quiere decir que no tendríamos dificultades y problemas.
En 2010 tuve el privilegio de ser presidente de la Misión Estudiantil del Plata, experiencia que me hizo crecer un poco más y entender la iglesia de otra manera. El contacto con los amigos que conquisté a lo largo de los años de estudio, ampliaron las fronteras culturales, trayendo una visión distinta de la misión.
¿Cuál ha sido tu desempeño profesional desde tu graduación?
Dios ha seguido conduciendo mi familia y mi ministerio. Al salir graduado de la UAP a fines de 2010, recibí un llamado para trabajar como director asociado de Publicaciones en la Asociación Mineira Central, Minas Gerais, Brasil; luego fui nombrado director en febrero de 2011, aumentando la responsabilidad. En 2013 recibí otro llamado para trabajar en la Asociación Río Sul, Río de Janeiro, como director de Publicaciones. En 2014 fui ordenado al ministerio. A fines del mismo año fui invitado a volver a Minas Gerais y desde 2015 sirvo como director de Mayordomía y Escuela Sabática en la Asociación Brasil Central, Goiás.
¿A cuántos jóvenes has invitado a estudiar en la UAP? ¿Por qué lo has hecho y continúas haciéndolo?
Invité a muchos, pero conseguí llevar cerca de treinta alumnos. Hubo un año en que llevamos a diez jóvenes. El motivo para llevarlos ha sido el deseo de compartir con ellos la cosmovisión y la filosofía de vida y misión de la Iglesia. Es un placer ver a los amigos en el ministerio y saber que en ellos está incorporado todo lo aprendido en la UAP. Con respecto a las dificultades y situaciones vividas, lograr terminar los estudios y realizar los sueños es una victoria. Presenciar todo esto es una alegría tremenda.
¿Tendrías alguna palabra final para la comunidad educativa de la UAP?
Muchos jóvenes llegan a la UAP en busca de un título, pero al entrar en contacto con la vida espiritual del campus universitario, todo cambia. La diferencia no radica solamente en las condiciones, el clima o la estructura. Son las personas que enseñan y dirigen por medio de su ejemplo de vida las que abren las puertas para la vida de un joven.
Después de pasar una agradable velada en casa de Francisco y su familia, quedé admirado por sus palabras. Alabo a Dios por las instituciones educativas adventistas y por el impacto profundo que los genuinos educadores cristianos producen en la vida de sus estudiantes. Se puede escribir a Francisco das Chagas a francisco.chagas@adventistas.org.br

Por Dr. Daniel Oscar Plenc