Dr. Rubén Pereyra: «Cuando Dios está al mando»

DrPereyra_DrSalonia_certificación_webLa Universidad Adventista del Plata (UAP) se prepara para celebrar sus veinticinco años como institución universitaria. Fueron varias las personas que trabajaron para que esta casa de estudios alcanzara el estatus de universidad. El Dr. Rubén Pereyra fue uno de los involucrados.
«En mis planes no consideraba estudiar en el Colegio Adventista del Plata (CAP)». Resulta difícil creer que esta frase fue pronunciada por el Dr. Pereyra. Su ministerio de cincuenta años ha sido más que importante para la Iglesia. Un hombre dedicado a servir a Dios durante toda su vida admite que, en su plan inicial, no quería estudiar en una institución cristiana.
«Recuerdo que cuando mis hermanos Héctor y Elbio volvían del Colegio en las vacaciones, se pasaban horas hablando de lo maravilloso que era vivir en Puiggari. Pero yo no quería saber nada con ese lugar lejano. Me encontraba terminando mis estudios secundarios en un liceo público en Uruguay. Quería continuar con la profesión que mi padre tenía: arquitecto. El CAP no era una opción que me llamase la atención. Elbio, para colmo, insistía con la idea de que debía estudiar Teología. Confieso que leer La Voz, escuchar las anécdotas de mis hermanos y percibir cómo disfrutaban al estudiar en el CAP fueron experiencias que calaron hondo en mi cabeza. En 1951 llegué a Puiggari. Comencé a estudiar Teología y puedo asegurar que fue una decisión de la que jamás me arrepentí».
Así fue como el Dr. Pereyra cursó su carrera. Al finalizar, trabajó en la obra de la Iglesia en cargos importantes. Debido al buen desempeño que tenía en sus tareas, llegó a ser elegido presidente de la Unión Austral, a la cual pertenecía el CAP.
«Como presidente recuerdo que la Iglesia mostraba un interés enorme en avanzar con la transformación del Colegio en Universidad. Pasó a ser una de las prioridades de mi mandato. Los primeros pasos fueron dados en 1959. El 14 de septiembre de ese año, la Junta Directiva de la Unión Austral registró el acuerdo 59-335, donde se aprobaba la creación de la Universidad Adventista en Puiggari. Sin embargo, tres meses más tarde, se decidió postergar el plan porque no contábamos con la estructura ni con los recursos humanos que se requerían».
Para el Dr. Pereyra las cosas no se presentaban fáciles. En 1962, después de analizar y garantizar que el proyecto era factible, decidieron continuar con el plan de creación de la Universidad.
Salonia_Menem_Olmedo_Wensell_Pereyra_Morales_web«Tuvimos que realizar varios trámites. El CAP se adscribió a la Universidad Nacional de Rosario en 1978, después de dos intentos fallidos en 1971 y en 1975. Esto le permitía otorgar títulos universitarios para los alumnos de Enfermería. En 1985 se decidió nombrar una comisión que tenía como objetivo analizar las carreras que se dictaban en el nivel terciario del CAP. Con estos informes estábamos más preparados para armar un proyecto concreto de Universidad. Debíamos decidir qué opción era la mejor: crear la Universidad, continuar con la adscripción o reformar el Instituto Terciario reduciendo sus carreras».
El proceso no solo fue largo, sino que además se tornó costoso. Algunas veces resultaba más fácil tirar todo y olvidarse del proyecto. Uno de los problemas principales era la imposibilidad legal: no se permitía la creación de nuevas universidades en Argentina.
«El 5 de julio de 1973 se había firmado el decreto 451. El artículo 5 disponía “la suspensión de todos los trámites que tuvieran como objetivo la aprobación de nuevas universidades, sin importar su naturaleza y origen”. A pesar de este límite, decidimos seguir adelante. Una comisión especial tuvo como propósito preparar un proyecto que ha sido tomado muchas veces como modelo en el área de educación argentina».
Los problemas legales no eran los únicos inconvenientes. El CAP tenía problemas financieros que hacían tambalear el proyecto. El pastor así lo recuerda:
«El país se encontraba con dificultades económicas. Esto nos afectaba también a nosotros. El Colegio tenía un déficit importante en su cuenta del banco. La cantidad de alumnos había estado disminuyendo los últimos años. Decidimos tomar las riendas en el asunto. Se presentaron una serie de medidas en el Colegio, que servirían como soluciones inmediatas… Al cabo de un tiempo, los resultados fueron positivos. Las finanzas fueron saneadas y el panorama se veía alentador».
Pero a los inconvenientes externos se les sumaron problemas internos. Las autoridades superiores de la Iglesia no veían el Proyecto Universidad como algo viable. El Dr.Pereyra recuerda que debieron realizar un trabajo arduo para llegar a un acuerdo.
«En un Concilio de la Asociación General que se realizó en Australia debatieron nuestro proyecto. Algunos creyeron que el plan no estaba maduro o que podía provocar dificultades. Nos enviaron un fax donde se nos ordenaba “detener los planes de creación de la Universidad y especialmente de una Facultad de Medicina”. Fue una traba que tuvimos que sortear. La comisión que tenía a cargo el proyecto decidió seguir trabajando. Tuvimos sumo cuidado en resolver todos los problemas que pudieran surgir. Aquellos que creían que nuestro plan no estaba maduro nos vieron avanzar. Se dieron cuenta de que Dios estaba al mando. Nos dieron su apoyo y continuamos con pasos más firmes».
El Dr. Pereyra tiene en claro que fueron dos elementos decisivos los que empujaron el proyecto hacia adelante: el entusiasmo, que fue creciendo a pesar de los obstáculos, y el apoyo manifestado por personas particulares e instituciones que brindaron una mano en el momento adecuado.
«Recuerdo a una persona con un entusiasmo particular: el Dr. Pedro Tabuenca. Podemos considerarlo el padre de la Facultad de Ciencias de la Salud. Él nunca dejó de creer que el sueño de convertirse en universidad era posible. Su voluntad y su compromiso jamás decayeron. El apoyo y el soporte que recibimos de otras instituciones también fue un factor de suma importancia».
Con el paso de los años, el Dr. Pereyra se convirtió en decano de la Facultad de Teología de la ya creada Universidad Adventista del Plata, donde se desempeñó por un tiempo. Hoy en día, recuerda con alegría a esta institución educativa. Él siempre creyó que la UAP era una parte importante del plan de Dios.
«Los años han pasado y ahora vemos una universidad con alumnos de más de cincuenta países. Hay profesionales graduados de esta institución que ya se encuentran cumpliendo su tarea alrededor del mundo. Se destacan no solo por la calidad de su trabajo, sino también por su calidad humana. Todo eso es fruto de la bendición de Dios. Pero la UAP también aportó su granito de arena en la formación de esas personas. Y lo sigue haciendo. Hace veinticinco años la Universidad Adventista del Plata viene siendo una enorme herramienta para que el amor de Jesús pueda ser visto por miles de personas».